Encima, el famoso fresco pintado por Giotto, reproduciendo un célebre episodio de la vida de San Francisco de Asís. Él, en su juventud, fue un hombre puro, pero mundano. En determinado momento, decidió cambiar de vida y ser solo para Nuestro Señor. Tocado por la gracia, comprendió que de él se pedía la práctica de una pobreza mucho más radical de lo que Dios había inspirado a otros santos.

Se separó entonces de todos los bienes que había recibido de su padre. Éste, indignado, lo condujo ante el obispo de Asís, protestando contra la vida que el hijo pretendía llevar. Declaró entonces "que no lo recibiría más como hijo, si él continuase en aquel tipo de vida". San Francisco, en protesta contra este acto de tiranía del padre, se deshizo de sus propias ropas, y dijo: "Ahora, más que nunca, puedo decir: 'Padre mío que estás en el cielo', porque ya no soy hijo de mí Pedro Bernardone ". A continuación, le devolvió la ropa a su progenitor.

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En la escena de esa ruptura, se puede observar a San Francisco de Asís con una simple túnica; y -en un auge del realismo- el obispo sosteniendo la vestimenta para que el santo no quedara completamente desnudo; detrás del prelado, se ven figuras del clero.

Del otro lado está Pedro Bernardone. Presenta la opulencia de traje y el estilo de comerciante bien establecido. Está en la cima de la situación de los demás burgueses presentes en el cuadro: todos hombres muy bien vestidos, habituados al confort.

La pintura representa a los dos contendientes, dos partidos. Analizamos la reacción de cada uno de ellos.

La Iglesia -¡tiempos felices! - tomaba el partido de la virtud. El obispo es solidario al santo, la actitud de los clérigos es recogida, reflexiva, compenetrada, de quien reza y acompaña devotamente una acción noble y bella.

¿Y cuál es la posición del partido comercial de la ciudad de Asís? Es la actitud de los indiferentes. El personaje que está sosteniendo a Pedro Bernardone toma conocimiento de lo que pasa, pero no mueve los labios, no dice una palabra. No protesta ni aplaude.

Se observan los más cercanos de Bernardone: uno, medio horrorizado, hace un comentario; otro ostenta notoria indiferencia. Con mirada vacante, otro se niega a tomar conocimiento de esa "abominación".

La Orden franciscana está en la inminencia de ser fundada; y, la campaña de silencio ya comenzó, el indiferentismo comenzó ... Contra el silencio, el grito de San Francisco de Asís, mirando al Cielo, sin reparar en los hombres.

¡El fresco muestra muy bien el proceder de la impiedad ante la fidelidad!

Extractos de la conferencia dictada por el Prof. Plinio Correa de Oliveira, sin revisión del autor.