En la raíz de la ideología de género, el comunismo metamorfoseado

“Aunque nacido necesariamente del odio ‒y dirigido por su propia lógica interna al uso de la violencia, ejercida por medio de guerras, revoluciones y atentados‒ el comunismo internacional se vio compelido por grandes y profundas modificaciones en la opinión pública, a disimular su rencor, así como a fingir haber desistido de las guerras y de las revoluciones.

Ahora bien, si tales desistencias fuesen sinceras, de tal manera se desmentiría a sí mismo, que se autodemolería.

 

Lejos de eso, usa la sonrisa tan sólo como arma de agresión y de guerra, y no extingue la violencia, sino que la transfiere del campo de operación de lo físico y palpable al de las actuaciones psicológicas impalpables. Su objetivo: alcanzar, en el interior de las almas, por etapas e invisiblemente, la victoria que ciertas circunstancias le estaban impidiendo conquistar de modo drástico y visible, según los métodos clásicos.

 

Por supuesto, no se trata aquí de efectuar, en el campo del espíritu, algunas operaciones dispersas y esporádicas. Se trata, por el contrario, de una verdadera guerra de conquista ‒psicológica, sí, pero total‒ teniendo en vista a todo el hombre, y a todos los hombres en todos los países.

Como una modalidad de guerra psicológica revolucionaria, a partir de la rebelión estudiantil de La Sorbonne, en mayo de 1968, numerosos autores socialistas y marxistas en general pasaron a reconocer la necesidad de una forma de revolución previa a las transformaciones políticas y socio-económicas, que operase en la vida cotidiana, en las costumbres, en las mentalidades, en los modos de ser, de sentir y de vivir. Es la llamada 'revolución cultural'.

 

Ellos consideran que esta revolución, preponderantemente psicológica y tendencial, es una etapa indispensable para llegar al cambio de mentalidad que haría posible la implantación de la utopía igualitaria, pues, sin tal preparación, esa transformación revolucionaria y los consiguientes 'cambios de estructura' resultarían efímeros. El referido concepto de 'revolución cultural' abarca con impresionante analogía el mismo campo ya designado por Revolución y Contra-Revolución, en 1959, como propio de la Revolución en las tendencias (Cfr. Parte I, Cap. 5).

 

En efecto, la guerra psicológica tiene como objetivo toda la psiquis del hombre, es decir, lo 'trabaja' en las varias potencias de su alma y en todas las fibras de su mentalidad.

Tiene por objeto a todos los hombres, es decir, tanto a partidarios o simpatizantes de la III Revolución, cuanto a neutros y hasta adversarios.

 

Ella echa mano de todos los medios, a cada paso le es necesario disponer de un factor específico para llevar insensiblemente cada grupo social y hasta cada hombre a aproximarse, por poco que sea, al comunismo. Y esto en cualquier terreno: en las convicciones religiosas, políticas, sociales o económicas; en las impostaciones culturales, en las preferencias artísticas, en los modos de ser y de actuar en familia, en la profesión, en la sociedad”.

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